14 sept 2016

El patriarca de los ferreros de Maragatos.

José Ares el ferrero de Valdespino de Somoza ya no trabaja, ahora se recrea. "Yo no sé hacer otra cosa. El día que me saquen de aquí se acaba, dice "Pepe el de las navajas" mientras tira del balancín del fuelle con una fuerza inusual para su edad, 92 años.

Escudos de cerradura, picadores de puerta, llaves, foces, navajas, carrancas para mastines...  Pero principalmente navajas. Es por eso su mote, con el que le conocen en toda la comarca. Ver trabajar a José Ares manejando el fuelle, la piedra, el yunque y la tajadera, recuerda a un anciano Hefesto en su fragua del Olimpo.
Pero tiene una enorme ventaja sobre el dios griego. A él, su esposa Visitación  lo adora desde hace ya 63 años. "No vengo todos los días, pero sí siempre que puedo. Es muy cabezudo y su hobby es mantener la fragua abierta hasta el último día", asevera su esposa, mientras se sienta en una pequeña banqueta a su medida, buena conocedora de los hábitos de su marido."

El trasiego del taller no es normal para un hombre de 92 años, pero lo ha convertido en un museo de dignidad al trabajo. "¡Voy a empezar a trajinar!", exclama de forma repentina. Su profunda sordera y su corta vista, producto de años de trabajo y por supuesto, de la vejez, no le impiden tener una fuerza mental y física considerable.

Toma por la punta una hoja de guadaña, recortada a media para convertirla en un filo que acabará en cuchillo o navaja. Con una grandes pinzas las introduce en lo más hondo de la fragua, esa que tanto conoce, a la que habla cuando está con ella a solas. Y es en ese momento cuando se inicia un traqueteo que obliga al fuelle a abrir y cerrar y a soplar en el interior de esa chimenea que tantas alegrías le ha dado. Cuando la fina hoja de hierro destaca por ese color rojizo, la extrae y agarra el martillo. "Tengo el cuello encorvado de mirar hacia abajo toda la vida, hacia el hierro", sostiene.

Mientras Pepe Ares continúa con el ritmo de sus golpes sobre el yunque, alguien nos recuerda que además fue el primer esquilador del pueblo. Se trata de Goyo Valderrey, un joven que decidió instalarse en la localidad, de 60 habitantes, y abrir un establecimiento de restauración llamada 'La Venta de Goyo'. Desde allí aconseja a muchos de sus visitantes a conocer la fragua, de ahí el cariño que mutuamente se entregan. Pepe, amigo de la etnógrafa Concha Casado, recientemente fallecida, relata alguna de las anécdotas que con ella vivió en el interior de su taller. "Siempre traída grupos de personas a mostrar esto. Yo estaba aquí cuatro o cinco horas trabajando y luego se iban como si nada. ¡Qué menos que compren una navaja coño!", ironiza, aunque lanzando una indirecta con humor.

Con 14 años


A medida que los golpes moldean la navaja, el herrero coge confianza. "Yo empecé en el taller de mi tío con 14 años, a los 18 monté una propia en casa de mi madre y a los 23 empecé con esta. Pero es igual que las de hace más de cien años", desliza. De repente, se dispone a afilar el filo en una piedra redonda que se mueve mediante pedaleo, como una bicicleta. Como un veinteañero, coloca una de sus pies y empieza una rutina repetida miles de veces pero que, a esta edad, a pesar de mantenerse en forma, llama la atención. "Parece que se va a salir la cadera", ríe su mujer, a quien ciertos movimientos de su esposo no le hacen tanta gracia. Pero se trata de un deportista nato, que a diario hace una hora de bici estática antes de ir a dormir.

Las navajas muestran su hoja ligeramente deformada, evidencia de lo artesano y motivo por el que Pepe presume. También hago machetes para cazadores y cuchillos. "Este es muy bonito", señala, mientras indice un hacha con mango de cuerno de ciervo. "La vio uno de Madrid y se enamoró. Tenía cuatro o cinco y se las llevó todas".

Pero queda el trabajo final. "Para para, no te la lleves que hay que poner el sello", resuena en la fragua con voz quebrada. "¿Donde está el martillo especial?", pregunta. Sobre una estantería agarra el mango y muestra su sello. Un golpe seco en la hoja recién finalizada deja vislumbrar varias letras. Tras acercarse, se aprecia mejor. "Ahí lo pone bien claro. Si pone 'Valdespino', las navajas son mías. Y tengo muchas, todo artesano, ya lo habéis visto. Soy feliz haciendo esto, pero para mí no es trabajo". No hay más que decir.

https://maragato.wordpress.com/2011/09/28/jose-ares-de-blas-pepe-el-herrero-de-valdespino-de-somoza/
http://www.astorgadigital.com/discipulo-vulcano-valdespino-de-somoza/96406
http://www.ileon.com/actualidad/066113/pepe-el-de-las-navajas-un-discipulo-de-vulcano-en-la-maragateria
http://www.lanuevacronica.com/pepe-el-de-las-navajas-el-discipulo-leones-de-vulcano

Ferreros Maragatos:
https://maragato.wordpress.com/2011/10/18/navajas-maragatas-la-bota-y-la-pata-de-cabrito/

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